
Semana 12

Introducción Segundo Repaso
Voz de audio Cecilia Giron
LIBRO DE EJERCICIOS
Segundo Repaso
SEGUNDO REPASO INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Ejercicios más largos: 2 veces (una para cada idea), durante quince minutos.
- Durante tres o cuatro minutos, lee lentamente la idea y los comentarios (si quieres varias veces) y piensa en ellas.
- Cierra los ojos y pasa el resto del periodo de práctica escuchando el mensaje que el Espíritu Santo tiene para ti. Podemos considerar a este tiempo de escuchar como que tiene los siguientes componentes:
- Escucha “sosegadamente aunque con mucha atención” (3:1), escucha en quietud y con toda tu atención.
- Mantén una actitud de confianza (“este mensaje me pertenece”), deseo (“yo quiero este mensaje”), y determinación (“estoy decidido a tener éxito”).
- Escuchar durante diez minutos puede ser una gran invitación a que la mente se distraiga, por eso la mayor parte de las instrucciones para este ejercicio tratan de este asunto. Si la mente se distrae sin control, regresa a la primera fase y repítela. Para las distracciones menores de la mente, date cuenta de que los pensamientos que te distraen no tienen poder, y que tu voluntad tiene todo el poder, y luego reemplaza los pensamientos con tu voluntad de tener éxito. Haz esto con firmeza. “No permitas que tu intención vacile” (4:1). “No dejes que… te desvíe de tu propósito” (5:2).
Lección Número 83
Hoy repasaremos estas ideas:
1. (65) Mi única función es la que Dios me dio.
No tengo otra función salvo la que Dios me dio. Este reconocimiento me libera de todo conflicto porque significa que no puedo tener metas conflictivas. Al tener un solo propósito, siempre estoy seguro de lo que debo hacer, de lo que debo decir y de lo que debo pensar. Cuaquier duda no puede sino desaparecer cuando reconozco que mi única función es la que Dios me dio.
2. Las aplicaciones más concretas de esta idea podrían hacerse con las siguientes variaciones:
Mi percepción de esto no altera mi función.
Esto no me confiere una función distinta de la que Dios me dio.
No me valdré de esto para justificar una función que Dios no me dio.
3. (66) Mi función y mi felicidad son una.
Todas las cosas que proceden de Dios son una. Proceden de la Unicidad y tienen que ser recibidas cual una sola. Desempeñar mi función es mi felicidad porque ambas cosas proceden de la misma Fuente. Y debo aprender a reconocer lo que me hace feliz, si es que he de encontrar la felicidad.
4. Algunas variaciones útiles para aplicar concretamente esta idea podrían ser:
Esto no puede separar mi felicidad de mi función.
La unidad que existe entre mi felicidad y mi función no se ve afectada en modo alguno por esto.
Nada, incluido esto, puede justificar la ilusión de que puedo ser feliz si dejo de cumplir mi función.