
Semana 28

Introducción de la Lección 181 a la 200
Voz de audio Cecilia Giron
LIBRO DE EJERCICIOS
Lecciones 181 a la 200
Introducción
1. Nuestras próximas lecciones tienen como propósito intensificar tu buena voluntad a fin de fortalecer tu débil compromiso y de fundir todos tus variados objetivos en un solo empeño. No se te pide una dedicación a tiempo completo. Pero sí que practiques ahora a fin de llegar a alcanzar la sensación de paz que, aunque sólo sea de manera intermitente, tal compromiso unificado te brinda. Experimentar eso es lo que hará que estés completamente dispuesto a seguir el camino que este curso señala.
2. Nuestras lecciones están ahora orientadas específicamente a ampliar tus horizontes y a tratar de manera directa con determinados obstáculos que mantienen tu visión constreñida y demasiado limitada para dejarte ver el valor de nuestro objetivo. Lo que nos proponemos ahora es eliminar esos obstáculos, aunque sólo sea brevemente. Las palabras en sí no pueden transmitir la sensación de liberación que se experimenta una vez que se han eliminado. Más la experiencia de libertad y de paz que descenderá sobre ti cuando renuncies a tu férreo control de lo que ves, será más que suficiente para convencerte. Tu motivación se intensificará de tal manera que las palabras dejarán de ser relevantes. Sabrás con certeza lo que quieres y lo que no tiene valor.
3. Y así comenzamos la jornada que nos llevará más allá de las palabras, concentrándonos en primer lugar en lo que todavía impide tu progreso. La experiencia de lo que existe más allá de toda actitud defensiva sigue siendo inalcanzable mientras se siga negando. Quizá esté ahí, pero tú no puedes aceptar su presencia. De modo que lo que nos proponemos ahora es ir más allá de todas las defensas por un rato cada día. No se te pide nada más porque no se necesita nada más. Ello será suficiente para garantizar que todo lo demás llegue.
Lección Número 197
No puede ser sino mi propia gratitud la que me gano.
1. He aquí el segundo paso que damos en el proceso de liberar a tu mente de la creencia en una fuerza externa enfrentada a la tuya. Intentas ser amable y perdonar. Pero si no recibes del exterior muestras de gratitud y las debidas gracias, tus intentos se convierten en ataques. Aquel que recibe tus regalos los tiene que recibir con honor o, de lo contrario, se los quitas. Y así, consideras que los dones de Dios son, en el mejor de los casos, préstamos y, en el peor, engaños que menoscaban tus defensas para garantizar que cuando Él dé Su golpe de gracia, éste sea mortal.
2. ¡Con cuánta facilidad confunden a Dios con la culpa los que no saben lo que sus pensamientos pueden hacer! Niega tu fortaleza, y la debilidad se vuelve la salvación para ti. Considérate cautivo, y los barrotes se vuelven tu hogar. Y no abandonarás la prisión ni reivindicarás tu fortaleza mientras no creas que la culpa y la salvación son la misma cosa y no percibas que la libertad y la salvación son una, con la fortaleza a su lado, para que las busques y las reivindiques, y para que sean halladas y reconocidas plenamente.
3. El mundo no puede sino darte las gracias cuando lo liberas de tus ilusiones. Mas tú debes darte las gracias a ti mismo también, pues la liberación del mundo es sólo el reflejo de la tuya propia. Tu gratitud es todo lo que requieren tus regalos para convertirse en la ofrenda duradera de un corazón agradecido, liberado del infierno para siempre. ¿Es esto lo que quieres impedir cuando decides reclamar los regalos que diste porque no se valoraron? Eres tú quien debe valorarlos y dar las debidas gracias, pues eres tú quien los recibió.
4. No importa si otro piensa que tus regalos no tienen ningún valor. Hay una parte en su mente que se une a la tuya para darte las gracias. No importa que tus regalos parezcan haberse desperdiciado y no haber servido de nada. Se reciben allí donde se dan. Mediante tu agradecimiento son aceptados universalmente y el Propio Corazón de Dios los reconoce con gratitud. ¿Se los quitarías cuando Él los ha aceptado con tanto agradecimiento?
5. Dios bendice cada regalo que le haces, y todo regalo se le hace a Él porque sólo te los puedes hacer a ti mismo. Y lo que le pertenece a Dios no puede sino ser tuyo. Pero mientras perdones sólo para volver a atacar, jamás te darás cuenta de que Sus regalos son seguros, eternos, inalterables e ilimitados; siempre dando de sí, extendiendo amor e incrementando tu júbilo.
6. Quita los regalos que has hecho y pensarás que lo que se te ha dado a ti, se te ha quitado. Mas si aprendes a dejar que el perdón desvanezca los pecados que crees ver fuera de ti, jamás podrás pensar que los regalos de Dios son sólo préstamos a corto plazo que Él te arrebatará a la hora de tu muerte. Pues la muerte no tendrá entonces ningún significado para ti.
7. Y con el fin de esta creencia, el miedo se acaba también para siempre. Dale gracias a tu Ser por esto, pues Él sólo le está agradecido a Dios y se da las gracias a Sí Mismo por ti. Cristo aún habrá de venir a todo aquel que vive, pues no hay nadie que no viva y no se mueva en Él. Su Ser descansa seguro en Su Padre porque la Voluntad de Ambos es Una. La gratitud que Ambos sienten por todo lo que han creado es infinita, pues la gratitud sigue siendo parte del amor.
8. Gracias te sean dadas a ti, el santo Hijo de Dios, pues tal como fuiste creado, albergas dentro de tu Ser todas las cosas. Y aún eres tal como Dios te creó. No puedes atenuar la luz de tu perfección. En tu corazón se encuentra el Corazón de Dios Mismo. Él te aprecia porque tú eres Él. Eres digno de toda gratitud por razón de lo que eres.
9. Da gracias según las recibes. No abrigues ningún sentimiento de ingratitud hacia nadie que complete tu Ser. Y nadie está excluido de ese Ser. Da gracias por los incontables canales que extienden ese Ser. Todo lo que haces se le da a Él. Lo único que piensas son Sus Pensamientos, ya que compartes con Él los santos Pensamientos de Dios. Gánate ahora la gratitud que te negaste al olvidar la función que Dios te dio. Pero nunca pienses que Él ha dejado de darte las gracias a ti.